domingo, 29 de diciembre de 2013

- Solo se pueden hacer buenas fotos de una manera: con pasión.





Cuando pregunto a la gente por qué hace fotos, a menudo me contestan: "Quiero capturar recuerdos" o "Me gusta viajar y la fotografía me permite recordar los lugares que he visitado", "No puedo evitarlo, es parte de mi vida " ... Estoy seguro de que hay docenas de otras buenas razones, pero yo siempre agradezco estas respuestas porque son personales y sinceras. Desde mi punto de vista, la fotografía no es una actividad para uno mismo, sino sobre la relación con los demás. Cuando se toma una fotografía, se involucra a las personas que se ven en ella.

Y eso es exactamente lo que me gusta hacer . La razón por la que soy fotógrafo es porque creo firmemente que las buenas fotografías puede modificar la forma de ver el mundo, y que las fotografías excelentes pueden cambiarlo haciendo a la gente más feliz.

He trabajado duro para darme la oportunidad de ser fotógrafo. Antes de llegar a esta meta he tenido la  cámara conmigo cada día, he hecho fotos de paisajes, urbanas, de arquitectura, de fauna, de personas en la calle,  retratos, fotos a insectos y flores... entre todas estas modalidades me he decantado por la fotografía social. Me gusta el contacto con las personas y que queden contentas con sus fotografías, eso se nota en la meticulosidad de mi trabajo.

Fui autodidacta. Antes de pasar por la Escuela de Fotografía EFTI dediqué muchas horas al estudio. He leído libros sobre técnica, composición, iluminación etc. Imprimí y estudié todos los cursos que sobre fotografía encontré en Internet. La edición digital ha sido una de mis prioridades. La imagen inicial obtenida con la cámara no es la definitiva, sino la materia prima para llegar a un resultado final óptimo, a la foto ideal. Todas mis fotos pasan por un proceso de edición.

Gracias amig@s por visitar el blog. Para acompañar este texto he pensado en una foto que tomé a un músico callejero junto al Palacio Real de Madrid. Tuve que pedirle permiso y él posó muy amablemente para mi cámara. Con unas monedas agradecí su buena disposición.

Al hacerla, me agaché lo suficiente como para situar la cámara a la altura del músico, en un principio él estaba sentado y yo de pie, ahora estábamos a  un mismo nivel. También use una distancia focal de 16 mm, que con el factor de conversión APSC se convirtieron en 24 mm. Ambas decisiones contribuyen a introducir al espectador en la escena, situándole en el entorno más cercano al músico. La imagen se ve desde el mismo punto de vista de los transeúntes que se paraban a escucharle. Eso aporta interés a la toma. El virado la hace intemporal.





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